Los puristas del café huyen como de la pólvora del café soluble o instantánea, pero realmente es un invento práctico que podemos encontrar en millones de hogares, tanto si son cafeteros o no.
Hoy vamos a dar un repaso a este café procesado desde el punto de vista de si es o no bueno para la salud.
¿El café soluble es recomendable?
El café soluble es tan saludable como el café molido o en grano. Podemos tomar sin ningún problema entre 3 o 4 tazas al día de café instantáneo aportándonos todos los beneficios de esta poderosa bebida.
Primera duda resuelta.
Claro que la derivada segunda es ¿por qué algunos cafés solubles son tan amargos, o tan ácidos incluso con un ligero sabor a quemado? ¿Son inevitables esos sabores? Desafortunadamente, sí.
Esto lo explica el proceso de elaboración.
Proceso Industrial del café soluble.
Es un proceso que acaba con los aromas que tanto apreciamos del café.
Las grandes marcas se afanan en que asociemos el café soluble a un café “normal” con todos los aromas y composición del café recién molido.
Pero esto es imposible.
Aun partiendo para la elaboración del café soluble del mejor café del mundo, el café instantáneo nunca conservará el mismo sabor que el café molido o en grano, por el propio proceso de fabricación que te explico brevemente.
El primer paso es preparar un café en una cafetera gigante, donde sí se trata de un café de toda la vida, pero superconcentrado, con más de 700 aromas que aportan el complejo y rico olor del verdadero café recién hecho.
El siguiente paso es someter al preparado a un rápido proceso de enfriamiento para deshidratarlo (evaporan el agua), que implica una pérdida inevitable de muchos de aromas. El resultado es lo que se llama “licor” de café, que ya no tiene ese delicioso aroma de una taza recién servida.
A continuación, el licor de café hay que convertirlo en granos secos. Se trata de un proceso complejo busca es no perder la esencia natural del café.
Atomización
Una técnica empleada es la Atomización: Se trata de proyectar microgotas en horno muy caliente (250 °C) que evapora el agua restante y se obtiene un polvo seco. Nuestro café soluble, pero con un sabor del que solo se conserva el amargor, acidez y sabor tostado.
Liofilización
La segunda técnica es la Liofilización. Este un tratamiento térmico muy interesante que empieza por congelar el licor de café, luego se tritura el hielo en pequeños trocitos. A estos se les calientan ligeramente para evaporar el agua (sublimación), resultando las partículas del café soluble.
Este proceso también pierde por el camino muchos aromas y ¡baja el nivel de cafeína!
Resultado: café más pobretón, menos complejo y apetecible.
¿Hay diferencias entre los cafés solubles?
Los fabricantes de cafés solubles conocedores de las poderosas mermas en aromas y sabor, utilizan un café de peor calidad en su elaboración. El más utilizado es el café robusta (Coffea canephor), más amargo y con menos aromas que la variedad arábica (Coffea arabica).
El etiquetaje de los cafés prémium dice estar elaborados con café arábica, pero eso no quiere decir que no hayan empleado también y en una proporción muy superior el café robusta. ¡El marketing es el marketing!
La realidad es que someter al café de gran calidad a un proceso industrial de ese calibre sería una pena porque su sabor siempre se va a desnaturalizar.
Para unas prisas, el café soluble es perfecto y práctico. Pero para darse un buen homenaje cafetero lo mejor es preparar el café partiendo del café en grano.
Te comparto este video que he encontrado sobre el proceso de elaboración del café soluble de una prestigiosa marca conocida a nivel mundial.
¡Que lo disfrutes!