El broche final de una buena comida es el postre, incluso aunque hayas dicho un momento antes “no me cabe nada” llega el postre, y sin darte cuenta tienes el plato instalado delante de ti, diciéndote… Mentalmente… “Solo un poco” … Pero … ¡Nos lo tomamos todo!
Otro buen complemento a una comida opípara es el conocido “carajillo”, popular en el mundo entero.
Cae bien, produce una agradable sensación en nuestro cuerpo y nos mantiene despiertos para continuar con nuestra actividad de forma norma.
¿Cuál es la historia del Carajillo?
¿De dónde le viene el nombre?
Dice una de las leyendas que haya por los tiempos de la guerra de Independencia cubana, cuando los españoles necesitaban un chute adicional coraje, mezclaban brandy con café y así con el “corajillo” entraban en combate.
Esta leyenda podría tener también su parte de verdad.
Según relata la Enciclopedia de Barcelona, el Carajillo es invento de la comarca del Barcelonés que se extendió por toda España. Era costumbre dar por las mañanas a los esclavos un carajo, es decir, un café mezclado con ron para motivarlos en sus largas jornadas de trabajo con alegría y energía.
Otra leyenda que circula, también se ubica en Barcelona. En este caso eran los trabajadores del transporte que por falta de tiempo para beber su café y copara de licor, lo juntaron en un solo vaso ganando tiempo.
Parece que mientras degustaban su brebaje decían: "Que Ara Quillo", que en catalán significa "Que me largo". Que suena como “carajillo”
Sea de dónde sea, que viene este invento tan delicioso, siempre hubo, hay y habrá buenas razones para disfrutar de un buen carajillo.